Ayer, paseando por las murallas de San Carlos, al bajar hacia la plaza de España, una persona se clavó -levemente- el oxidado y roto borde de la barandilla. Por suerte era un adulto que se había apoyado con suavidad y reaccionó a tiempo, retirando la mano.
El estado de la barandilla es muy peligroso, cualquier día puede ocurrir un grave accidente y, parece evidente, la rotura se ha producido por falta de cuidado y mantenimiento, que es obligación del Ayuntamiento.
Con el diminuto barrio de San Carlos, a veces da la impresión de que se estuviera esperando su derrumbe para levantar encima otro nuevo. Una pena.
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