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domingo, 18 de noviembre de 2012

La comedia de la ONU





Desde el establecimiento del Estado de Israel en 1948, tanto la Asamblea General como el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas han adoptado resoluciones que afectan al estado israelí, resoluciones, casi siempre, de advertencia o condena a acciones de sus diferentes gobiernos, resoluciones que, sistemáticamente, ignoran, con el apoyo de Estados Unidos, pese a los conflictos, guerras y violaciones de los derechos humanos cometidas por Israel desobedeciendo las resoluciones de la ONU.
            La primera resolución incumplida es, incluso, anterior a la existencia del estado de Israel. Se trata de la resolución 181 de la Asamblea General, de noviembre de 1947, que establecía el Plan de Partición sobre el futuro gobierno de Oriente Medio y la formación en Palestina de sendos estados árabe y judío independientes, y un régimen internacional especial para Jerusalén. Después de esta podríamos recordar, entre muchas, resoluciones de 1948 sobre la asistencia a los refugiados palestinos; de 1967 declarando inadmisible la  expansión territorial de Israel mediante la guerra y pidiendo la retirada israelí de los territorios ocupados; la resolución 33/71 de 14 de diciembre de 1978, en la que se denuncia el empleo por parte de Israel de bombas de fragmentación contra campos de refugiados y objetivos civiles y concluye solicitando a los Estados de las Naciones Unidas, sin excepción, que no suministren armamento a Israel; la 446 del Consejo de Seguridad, de 1979, que recuerda la ilegalidad de los asentamientos iniciados diez años antes y afirma que constituyen un serio obstáculo para la consecución de una paz justa, global y duradera en Oriente Medio; la 471, también del Consejo de Seguridad, de 1980, en la que se denuncian los crímenes contra la población civil árabe, a la que siguió la resolución de la Asamblea General, de 24 de septiembre de 1982, que recordaba hasta cinco resoluciones del Consejo de Seguridad del mismo año, condenando la masacre de civiles palestinos; o, por no seguir, la resolución 799 del Consejo de Seguridad, de 1992, sobre el retorno de los palestinos expulsados por Israel, denunciando la violación de la legislación internacional, y que recuerda y confirma varias resoluciones votadas entre 1988 y 1992, todas ellas relativas a la violación de la Convención de Ginebra y de otros acuerdos internacionales sobre de salvaguarda de los derechos humanos y políticos por parte de Israel.
            Sin embargo, el desprecio e incumplimiento por parte de Israel de todas las resoluciones, no han supuesto ninguna consecuencia para el infractor, que siempre se ha sentido respaldado por los Estados Unidos, país que, además, ha vetado muchas otras resoluciones contra su socio y protegido. La consecuencia no ha sido otra más que la pérdida de valor de los acuerdos tomados por las Naciones Unidas, prácticamente, desde que inició su andadura, dejándola inservible. Para ratificarlo tenemos, desde hace varios años, las propuestas planteadas por Estados Unidos de archivar resoluciones que afectan a Oriente Medio por considerarlas antiguas, comenzando por la resolución 181 de 1947.
            La conclusión es evidente. La ONU es una comedia bufa.

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