EN estos días Carlos Fabra, el padre de Andreíta, la bien hablá,
contempla orgulloso la terminación de su escultura, que presidirá el
aeropuerto de Castellón -uno de esos aeropuertos sin aviones que tenemos
en España-. Sin embargo el New York Times considera que la escultura
no es más que un ejemplo del despilfarro que ha hundido a España en la
recesión y la crisis bancaria. El periódico neoyorquino, que ha puesto
como ejemplo de la crisis a la Comunidad Valenciana, incluye la
construcción del aeropuerto en la larga lista de barbaridades cometidas
en más de una década de auge de la construcción, propiciado,
fundamentalmente, por políticos regionales españoles que querían
destacar en el panorama nacional.
No va descaminado el análisis del periódico americano. La
burbuja inmobiliaria comenzó en España hacia el final de 1997, aunque
tuvo un importante crecimiento entre 2006 y 2007. A partir de 2008, con
un mercado inmobiliario hinchado y a precios interesadamente elevados,
comenzó a desinflarse. Las entidades bancarias, que se habían
beneficiado ladinamente de la burbuja, comenzaron a tener problemas con
las hipotecas y a encontrarse con un paquete inmobiliario obsoleto y
fallaron las previsiones de capital. Pero el problema se trató de
soslayar, de ocultar, de retrasar el reconocimiento del comienzo de la
recesión, mientras que, poco a poco, iban surgiendo noticias sobre
enriquecimientos sospechosos, contratos blindados, pensiones vitalicias
increíbles, de las que eran beneficiarios los directivos de entidades
financieras con responsables políticos designados por los partidos y sin
que nadie pusiera coto a los desmanes, como ha reconocido en parte Luis
Mª Linde, gobernador del Banco de España, al declarar en una
comparecencia en el Congreso, que el banco actuó de un modo
"insuficiente" e "inadecuado" en la crisis financiera, reconociendo que
la euforia por la burbuja inmobiliaria "cegó" el inicio de la crisis.
Ahora, el juez Fernando Andreu ha admitido a trámite una
querella, iniciando así un proceso penal, contra los directivos de
Bankia -entidad calificada por el fiscal como el cuarto banco más grande
de España-, citando el juez, en calidad de querellados e inculpados a
33 consejeros y exconsejeros, entre los que destacan Rodrigo Rato, Ángel
Acebes y el expresidente de Bancaja, José Luis Olivas. Y en este
contexto Baltasar Garzón ha declarado que resultaba llamativo que, hasta
la decisión del juez Andreu, no se hubiera abierto ningún proceso penal
contra los causantes de la crisis. Y tiene razón. La crisis la están
pagando los trabajadores y los ciudadanos de a pie, mientras que los
responsables se encogen de hombros. Pero no podemos permitirlo. Exigimos
responsabilidades, no sólo a los dirigentes de las entidades
financieras en crisis, también a quienes debían fiscalizarlos -Banco de
España, Comisión Nacional del Mercado de Valores, etc.- y a quienes,
desde la responsabilidad de gobierno, a partir de 1998, no atajaron el
problema, incluyendo a Rodríguez Zapatero y sus brotes verdes.
Publicado en Diario de Cádiz, 21 de julio de 2012, aunque, por razones que ignoro, con otro título: "Pedimos responsables"
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