No creo que el turismo sea un problema falso en Cádiz, es un problema real.
Tampoco creo que se esté insultando, mucho menos agrediendo, a los cruceristas cuando pasean por la ciudad, así que no viene a cuento la amenaza de compañías de cruceros de dejar de atracar en Cádiz.
Creo que, de forma interesada, se han mezclado temas, pues no cabe duda de que, a veces, el exceso de turistas incomoda a los vecinos, mientras que los que se benefician de su llegada y estancia, no solo no ofrecen soluciones, piden más para aumentar sus beneficios. Pero, vayamos por partes.
Efectivamente, hay aglomeraciones por las calles, a veces muchas y muy seguidas, que entorpecen el deambular de los residentes. Pero la solución a ese problema está en manos de los que organizan los paseos por la ciudad. Recuerdo haber participado en una visita caminando por Roma con un guía, que lo primero que nos indicó -y reiteró en ocasiones- es que no nos detuviéramos en calles estrechas y que nunca ocupáramos el centro de la calle. Esa es tarea de los guías. Lo no que pueden hacer los guías es explicar la fachada del Oratorio, ocupando toda la calle Santa Inés, como he visto en más de una ocasión.
El segundo problema que los gaditanos perciben como derivado del turismo es el encarecimiento de la vivienda.
Hay quienes piensan que no hay relación, pero lo cierto es que la subida de precios de la vivienda en Cádiz ha coincidido con el la proliferación de viviendas de uso turístico, que salen del mercado de alquiler a largo plazo. No hay que olvidar que, muy recientemente, se ha publicado que el alquiler medio de un piso en Cádiz está en 945 euros al mes, en una ciudad que mantiene una alta tasa de desempleo y que lleva décadas perdiendo población. Es decir, una ciudad en crisis, cuya vivienda está a precios de economía boyante.
Los pisos turísticos, muchos de ellos no regularizados, han encarecido el mercado, además de provocar problemas de convivencia vecinal: los que están pagando un dinero por tres o cuatro días de vacaciones, no se preocupan de las tareas vecinales -por ejemplo, de la hora de depositar la basura en el bidón, o de respetar el descanso de los vecinos-, mientras que el propietario del piso vive en otra zona de la ciudad o, como ocurre mayoritariamente, en otro municipio, haciendo oídos sordos a los problemas vecinales. Este es un problema real, no tiene nada de falso, como ha constatado el movimiento "Cádiz resiste".
Por eso, y otras cuestiones -como la hostelería, de la que otro día hablaremos-, creo que el turismo es un problema en Cádiz, sin que se haya llegado, de momento, a una situación de turismofobia radical.
Y no hablemos de la falta de regulación local sobre los guías turísticos o asimilados.
ResponderEliminarDa vergüenza escuchar las explosiones de algunas/os explicaciones sobre la historia de Cádiz, las costumbres o los edificios singulares.Un máster en ignorancia y embustes.
Con unos molestos micros y voces estridentes.A veces disfrazados de tertulianas de Paquita Larrea o de un piconero en pijama de gala.
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Lo lamentable es que no haya regulación sobre los guías turísticos. Cualquiera puede anunciar una ruta turística, a cambio de una propina, sin que ninguna administración, ni la temida Hacienda, intervenga.
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