La lacra del racismo en el fútbol no solo no se cura, aumenta jornada a jornada. Ayer, no solo insultaron a los negros, también a los gitanos, y no es la primera vez.
La primera vez que se escuchen expresiones racistas, o insultos que degradan a un jugador en un campo de fútbol, se debe suspender el partido, vaciar el campo y terminar el partido a puerta vacía y sancionar al equipo de casa con el cierre del campo por una jornada. A la segunda ocasión, además de los anterior, sancionar a los espectadores con el cierre del campo por tres partidos. A la tercera, seis partidos, y así sucesivamente.
Si se comprueba que los insultos proceden de esas peñas ultras consentidas por los clubes, con lugares fijos en los campos, suspender el partido y dar por ganador al contrario, además de la correspondiente suspensión de partidos.
Y si los insultos se cruzan entre jugadores, multa económica y un mínimo de cuatro partidos de suspensión al agresor verbal.
Solo cuando a los verdaderos aficionados les duela, ellos mismo terminaran con los insultos y expresiones racistas en los campos de fútbol.
En la imagen, Samuel Eto´o cuando, en el año 2006, dijo que abandonaba un campo por insultos racistas.
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