Recibo mensualmente varias cartas de GAES Amplifon, ya saben, la empresa que ofrece una revisión auditiva gratuita. Y digo que son varias cartas pues una llega a mi nombre y primer apellido; a los pocos días, a veces juntas, me llega la segunda, con la inicial de mi nombre y los dos apellidos; y poco tiempo después me llega una tercera con mi nombre completo y los dos apellidos... Total, un desperdicio de papel debido a que nadie revisa el listado de direcciones para comprobar que envían tres cartas periódicamente a la misma persona.
Cansado de recibir tantas cartas un día decidí aceptar la propuesta y pedí cita. Me la dieron para el miércoles 1 de marzo de este año, a las 17,30 horas, en la oficina de la calle Novena. Y allí me planté el susodicho día, puntualmente.
Al entrar, una señora, amablemente, me preguntó en qué podía atenderme, le dije que tenía cita para ese día y esa hora y me respondió, muy amablemente, que las citas de ese día se habían anulado y que, por error, se habían olvidado de comunicármelo, pero que me podía dar cita para la semana siguiente.
Comprendí que errar es de humanos y no me molestó. Eso sí, le pedí que en vez de darme una cita nueva, me sacaran del listado de direcciones y no me enviaran más publicidad.
No sirvió de nada, siguen enviándome amables cartas ofreciéndome una revisión auditiva. Al parecer, en GAES no oyen bien.
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