El 25 de enero de 1923 se dio a conocer el bando del alcalde de Cádiz, Manuel García Noguerol, para el Carnaval de dicho año, en el que, junto a las "recomendaciones" habituales para que no hubiera disfraces que simbolizaran instituciones, o atentaran contra la moral, se reiteraba la prohibición de los saquillos, echar agua, recoger papelillos del suelo..., se regulaba la venta ambulante de serpentinas y papelillos, se otorgaba al Asilo de la Infancia la exclusiva para colocar sillas en la plaza de San Antonio y calles Ancha y Nueva, se restringía el tránsito de carruajes y caballerías, y, finalmente, se establecía el plazo para que las "estudiantinas, comparsas y mascaradas" solicitaran el correspondiente permiso para salir a la calle, debiendo presentar dos ejemplares de las letras que pretendieran cantar, avisando de que se sancionaría a los infractores.
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