Hay un viejo debate sobre el origen de las tortillitas de camarones. Algunos piensan que su origen está en el barrio de Las callejuelas, en San Fernando, mientras que otros afirman que son gaditanas. En ambos casos sitúan su nacimiento a finales del siglo XIX, aunque conviene señalar que Manolo Ruiz apunta, como posible antecedente, la fusión, en el siglo XVII, de la farinata genovesa y las gachuelas españolas, el antecedente de los rebozados.
No voy a entrar en el debate, pero hay testimonio de que la tortillita de camarones se comía en Cádiz hacia 1840. Es lo que nos cuenta José María León y Domínguez, canónigo catedralicio y escritor costumbrista, que publicó en 1897 el libro Recuerdos Gaditanos, en el que incluye un capítulo en el que trata diversos temas populares gaditanos, entre los que incluye la elaboración, por primera vez, según el autor, de las “tortillas de camarones”, en una tienda, o puesto de masa frita, situada en la esquina de las calles Sopranis y Amaya, que regentaban los genoveses Bartolo y Pauleta, a los que dice conoció personalmente y, especifica, que Pauleta era una magistral cocinera especializada en empanadillas rellenas de un picadillo de pintarroja y perejil, tortillas coscorruditas, panizas, raviolis y fainá –rubio y delicioso manjar, según el canónigo gaditano-, para añadir que Pauleta inventó la tortilla de camarones hacia 1840.
Su creación fue consecuencia de la competencia existente entre el puesto de los genoveses y el de un gallego llamado Santiago, que se dedicaba a vender pescado frito en una tienda cercana. Para vencer en esta particular guerra gastronómica, Pauleta inventó la “tortilla de camarones”, que pronto alcanzó enorme éxito entre los gaditanos. Para contrarrestar el éxito de Pauleta, el gallego Santiago anunciaba, algunos días después, la venta de “pescado en sobreuza” (sic), con lo que León y Domínguez apunta a la invención de ambos platos, en Cádiz, en la década de los cuarenta del siglo XIX.
Siempre había pensado que el término ‘sobreusa’ se refería a un plato-recurso inventado por algún ama de casa para no desperdiciar el pescado sobrante que, una vez frito, no había podido utilizarse porque todos los invitados no habían compadecido, o porque se había frito más de la cuenta, o porque en familias de pocas disponibilidades se dejaba el sobrante –torpe conjetura— para el día siguiente. Pero resulta que no. Que se trata de un plato elaborado exprofeso por un industrial para enfrentarse al éxito de las tortillas de camarones inventadas por otra competidora en eso del condumio. ¡Perfecto! Un buen artículo. Gracias por tu informe.
ResponderEliminar