Durante las Cortes de Cádiz impusieron el ejército nacional, con reclutamiento forzoso, pero permitiendo la exención del servicio mediante el pago de una cantidad importante, que servía para sufragar gastos del propio ejército. Se estableció así la redención en metálico.
Con matizaciones, el sistema se mantuvo durante el siglo XIX, de manera que el hijo de un adinerado podía salvarse del servicio militar enviando un sustituto, la denominada “sustitución personal” que consistía en pagar a otro para que hiciera el servicio en lugar del quinto; o mediante la “redención en metálico”, pagando directamente al estado una cantidad importante como compensación para librarse de la mili.
El sistema dio lugar a la picaresca, pero también a un negocio lucrativo, la creación de empresas dedicadas a buscar sustitutos de los quintos, como se puede ver en este anuncio de 1877:
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