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jueves, 23 de junio de 2022

Negociando con la mili.

Durante el reinado de Carlos III se reguló el reemplazo anual del ejército español que, básicamente, tenía un sistema de voluntariado, el reclutamiento de un “quinto” –con un cupo de 50.000 soldados, cubierto por sorteo, eligiendo uno de cada cinco hombres en edad de servicio militar- y la leva forzosa de vagabundos y maleantes.

Durante las Cortes de Cádiz impusieron el ejército nacional, con reclutamiento forzoso, pero permitiendo la exención del servicio mediante el pago de una cantidad importante, que servía para sufragar gastos del propio ejército. Se estableció así la redención en metálico.

Con matizaciones, el sistema se mantuvo durante el siglo XIX, de manera que el hijo de un adinerado podía salvarse del servicio militar enviando un sustituto, la denominada “sustitución personal” que consistía en pagar a otro para que hiciera el servicio en lugar del quinto; o mediante la “redención en metálico”, pagando directamente al estado una cantidad importante como compensación para librarse de la mili.

El sistema dio lugar a la picaresca, pero también a un negocio lucrativo, la creación de empresas dedicadas a buscar sustitutos de los quintos, como se puede ver en este anuncio de 1877:

El sistema se mantuvo hasta 1912, cuando se introdujo el servicio militar obligatorio para todos, eliminando la redención en metálico y las sustituciones, aunque se reguló el denominado “soldado de cuota”, que podía reducir el tiempo de servicio a cambio de una contribución al estado.

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