En el número del 25 de marzo de 1849 el periódico Museo de las familias, publicó un artículo de Antonio Flores, de la serie "Un año en Madrid", dedicado al me sde marzo, en el que habla del final del Carnaval y describe la "costumbre española" del baile de Piñata.
Cuando comienza la descripción de la Piñata, Flores escribe: "El segundo día de cuaresma me hacia yo la de creer que había muerto para siempre la causa del carnaval, cuando cátate que en la mañana del sábado aparecen nuevas proclamas en las esquinas excitando al público a la diversión, y llamándole a las máscaras, al grito eléctrico de Piñata.
Esa palabra, que en el idioma italiano significa olla o marmita, y entre nosotros no quiere decir nada, era el último suspiro del carnaval, y las gentes que cedieron a su mágica influencia, apenas tenían valor para ponerse la careta".
A continuación narra un baile de Piñata en una casa particular, en el que, a las diez de la noche, se colocó la Piñata, se sorteó entre "los caballeros" el orden para intentar romperla con un bastón, lo que, en la narración, consiguió "un maestro", cuarta persona que lo intentaba con los ojos vendados. De la Piñata salieron pájaros "asfixiados por el calor de la sala" y docenas de dulces. Termina el relato destacando que el propietario de la casa estaba muy satisfecho del resultado, pese a lo costosa que era la diversión: "El estaba satisfecho de su triunfo, y nosotros no envidiábamos su satisfacción, sobre todo desde que supimos el precio de ella", concluye Antonio Flores.
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