Es frecuente encontrarse, por las calles del casco histórico de la ciudad, grupos de turistas en bicicleta, grupos que a veces superan las tres docenas de ciclistas, que recorren calles peatonales, por ejemplo la calle Ancha o, como en este caso, la calle Veedor, sin respeto a los peatones, ocupando la calzada, cuando no una plaza, como San Antonio o El Mentidero.
Evidentemente, la culpa no es de los turistas que se dejan llevar por el guía, la culpa es de la empresa que abusa de una situación no regulada.
El ayuntamiento debe intervenir. Hay que establecer una reglamentación para el cicloturismo, que no puede abusar de los peatones, recorrer sin ningún tipo de respeto a los vecinos, a los trabajadores, a los conductores, las calles de la ciudad, obligando a la gente a plegarse a los intereses de una empresa privada, de la que no sabemos si paga tasas por ocupación de la vía pública.
Bienvenido el turismo, siempre que respeten a los residentes.
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