La fábrica de hilados y tejidos de algodón al vapor, con su chimenea, en un grabado contemporáneo.
Cuando, a mediados del siglo XIX, Cádiz necesitaba una reconversión de su actividad económica, fueron muchos los proyectos que se emprendieron, destacando entre ellos la creación, en el año 1846, de la "Empresa Gaditana de Hilados y Tejidos de Algodón al Vapor, S.A.", una iniciativa que aplicó los más modernos avances tecnológicos de la época para la fabricación textil.
Incluso el hecho de que la nueva empresa se constituyera como una Sociedad Anónima, es una auténtica novedad dentro del sector. Tengamos en cuenta, que la "Empresa Gaditana de Hilados y Tejidos de Algodón al Vapor S.A.", antecede en un año a "La España Industrial S.A." que Jordi Nadal ha considerado pionera en cuanto al sistema de formación de capital dentro del sector textil. No se olvide, tampoco, que en 1844 en Gran Bretaña, país de avanzadilla en la revolución industrial, solo una de las 947 sociedades anónimas existentes se dedicaba al algodón.
Ya el corresponsal gaditano del Diccionario de Pascual Madoz se hace eco del proyecto de la nueva industria, y anuncia que "está concluyéndose en el terreno conocido antes por huerto de la tinaja, entre el teatro del Balón y el hospital militar, una suntuosa fábrica de tejidos, cuyas operaciones deben ser ejecutadas por medio del vapor". Se anuncia asimismo que sus fundadores se ocultan en una sociedad anónima de 16 individuos. Hemos encontrado en el A. H. P. C. la escritura de fundación de la Sociedad Anónima. El primer día de mayo de 1846, en la notaría de Ramón Sáenz, se reunieron 14 individuos –y no 16, como dice el Diccionario de Madoz- que se comprometieron en la creación de la "S.A. Empresa Gaditana de Hilados y Tejidos de Algodón". Conseguida la cesión del terreno del Sr. Marqués de Casa Irujo, acuerdan iniciar la compañía con un capital de 2.400.000 rs., dividido en 96 acciones de 25.000 rs, cada una. Dichas acciones se dividieron como sigue: 12 a D. Juan Escribano por un valor de 300.000 rs., 12 a D. Pedro Martínez por un valor de 300.000 rs., 6 a D. Juan Antonio Fernández por valor de 150.000 rs, y el mismo número de acciones por valor de 150.000 rs., a D. Luis Terry Villa, D. Antonio Duarte, D. Demetrio Duarte, D. Antonio Ruiz Tagle (representado por su gerente Manuel José Muñoz), D. Antonio Vinent Vives, D.Benito Picardo, D. Pedro Pascual Vela, D. Julián. López, D. Luis Crosa, D. Pedro Ignacio de Paul y D. Manuel Burín.
Don Juan Escribano fue elegido Director Gerente. Como Secretario-Contador, Don Luis Terry Villa. Depositario, Pedro Ignacio de Paul. Manuel José Muñoz -gerente de la casa Ruiz Tagel- se convirtió en Inspector de talleres. Y como Inspector de gastos, don Antonio Duarte. Los 14 accionistas responden a la profesión de comerciantes.
La fábrica fue inaugurada en 1847. Se instaló en un edificio construido exprofeso, con 4 pisos y una planta de 153 pies de fachada, 59 pies de fondo y 49 de alto (medida inglesa), edificado con cantería y ladrillo. Se hizo una chimenea de 130 pies de elevación, sobre una base cuadrada de 20 pies.
Entre el cuartel de San Fernando, a la izquierda, y el Hospicio, a la derecha, desde La caleta, destacaba la chimenea de la fábrica.
La maquinaria -"innovación en la tecnología"- tenía una potencia de 30 caballos, capaz de mover a 133 telares, de los que al principio solo se instalaron 100. El costo de edificio y maquinaria ascendió a 130.000 duros. Desde el primer momento la nueva industria dio trabajo a 110 operarios "entre hombres, mujeres y niños", que producían cada uno unas 40 varas de género al día, es decir, unas 14.400 varas al año.
En 1852 ocupaba ya, según Sánchez Albornoz, a 259 obreros, produciendo las 3/4 partes de la producción de los antiguos telares, que por entonces daban trabajo a 732 operarios. Este aumento de la producción textil, debido como decimos a la nueva industria, produjo, a la inversa, una reducción del número de establecimientos textiles por efecto de la concentración del trabajo y el aumento de la producción, pues en 1852, y aún sin contar con las máquinas de vapor, menos del doble de telares y obreros producían tres veces más que antes.
Desde el punto de vista social, la nueva industria cayó -como ya hemos visto- en los hábitos que, desgraciadamente, se convirtieron en normales a lo largo del siglo XIX, y es que se contrataron a mujeres y niños, con sueldos ínfimos y jornadas de trabajo iguales a las de los hombres.
Según Nadal y Sánchez Albornoz, la fábrica se cerró en 1869, dejando en paro a 240 obreros, apunta el segundo de los autores citados. Creemos, sin embargo, que no está claro cuál es el momento de la quiebra de la empresa que estamos estudiando. Al menos existió un cierre temporal en 1.856. Según un informe entresacado del A. M. C., Manuel José Muñoz, que aparecía como gerente de Antonio Ruiz Tagle e Inspector de Talleres en la industria que nos ocupa, presentó expediente de cierre de la fábrica de Tejidos e Hilados de Algodón "La Gaditana" a fines de 1856. La quiebra coincidiría con la crisis de subsistencias habida en los años 1856-57, que provocó una retracción industrial y concretamente, a fines de 1856 una reducción en la demanda de productos textiles. La crisis se superó no obstante, en 1858.
Dicho cierre podría quedar parcialmente corroborado, tras la consulta de la Guía Industrial y Fabril de España, publicada en 1862. En ella la relación de la industria textil en toda la provincia de Cádiz, se reduce a 8 fábricas de paños y mantas, con un capital de 2.900.000 rs. y dando ocupación a 117 operarios. Repetimos que los datos son para toda la provincia. La Guía Rosetty de 1866, tampoco menciona la Fábrica. De otra parte, León y Domínguez, afirma que los hombres venidos de Jerez para apoyar la Revolución Septembrina de 1868, pasaron la noche ocultos en “la fábrica de tejidos e hilados de algodón al vapor”, dato, por otra parte, poco significativo, pues solo demostraría que el edificio aún subsistía en 1868.
Lo cierto es que, cuando en 1876 el Ayuntamiento organiza su encuesta bajo el título de Antecedentes sobre las fábricas que hay en la ciudad", los resultados, respecto a telares no pueden ser más significativos. Tan sólo quedaban por entonces 3 establecimientos dedica dos al sector textil, en los cuales la fuerza motriz era la humana, dando trabajo, según el informe municipal, a 4 braceros.
La información, copiada casi sin modificaciones -salvo el párrafo inicial-, procede de mi libro La burguesía gaditana en la época isabelina, Cádiz, 1987. He suprimido las notas a pie de página, donde se ofrece detalle de las fuentes utilizadas.
Las imágenes que ilustran la entrada -detalles de grabados de la época- no aparecían en el libro.
Sobran muchos puntos en su interesante información.
ResponderEliminarNo se pone este signo en los años, ni tampoco entre las siglas. Así, 1842 y no 1.842; AHPC y no A.H.P.C o AHMC y no A.M.C.
Como los vinos, sus textos mejoran con los años, profesor