Hay que recordar que la iluminación , pública y privada con gas, fue un avance tecnológico que mejoró la vida cotidiana. Hacia 1842 se inició el expediente para dotar a Cádiz del alumbrado de gas, que derivó en un contrato por 18 años con la compañía suministradora, que debía correr con los gastos de las instalaciones, entre los que se incluían más de 18.000 varas de tubos de hierro colado, además de candelabros y farolas nuevas. No hay que olvidar que la nueva iluminación sustituiría a la de aceite, que necesitaba menos infraestructuras.
Poco tiempo después del primer expediente, en febrero de 1845, se adjudicó el contrato del alumbrado público de gas en Cádiz a Charles Lebon, compartiéndolo con Grafton y Goldmidt. Lebon tenía ya las concesiones del alumbrado en Barcelona y Valencia.
Inicialmente, Lebon y sus socios construyeron una fábrica de gas en un solar procedente del convento de la Merced, en la plaza de su nombre, fábrica que el Diccionario de Pascual Madoz describía como modélica, y que se puede ver en el centro de este detalle del grabado de Guesdon de 1854:
Años más tarde, tras la cesión del servicio a compañías como Waterton y Cía, Wanby y Cía. (Cía. General Peninsular), cuando se hizo cargo la empresa Zacheroni y Cía. en 1858, la nueva compañía adquirió terrenos enclavados en el barrio de Puntales y Segunda Aguada para construir unas instalaciones más amplias que sustituyeran a las de la Merced.
Lebon recuperó la concesión de la empresa en 1868, iniciando las obras de la nueva fábrica de gas en los terrenos adquiridos por Zacheroni y Cía, con un contrato que que debería finalizar a principios de 1884. La concesión de una prórroga de forma, al parecer, irregular a Lebon y Cía., provocó que un grupo de vecinos de Cádiz recurriese la concesión, iniciándose así la denominada “cuestión del gas”, una batalla jurídica y económica, que forma parte de otra historia.
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