Siempre se dijo que las tabernas no tenían tapas para que el vino no se viera perjudicado, sobre todo si eran tapas calientes, de cocina, pues el calor y el olor pueden variar la percepción gustativa del vino.
La taberna de La Manzanilla, durante años, y salvo excepciones puntuales, solo ha servido aceitunas con las cañas de manzanilla. Tres aceitunas por copa hace un montón de años, dos por cada caña desde hace unas dos décadas. Y desde hace poco menos de un quinquenio, poco a poco, Pepe, tabernero mayor, introdujo, primero, bolsas de papas fritas, posteriormente pequeñas porciones de queso Pajarete y, hace menos de una semana, unas magníficas anchoas de Santoña que le proporciona Mario.
Las llaman octavillas, por el número de filetes que trae la lata, ideal para acompañar, junto con unos picos envasados para la taberna, a dos cañas de manzanilla.
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