Su llegada produjo cierto revuelo en la calle Compañía, a pesar de que iba de incógnito. Entró en el café, saludó fría, pero correctamente y pidió solo para él, pese a que iba acompañado de cuatro circunspectos señores, que no tomaron nada.
Hay quien dice que pidió un descafeinado, de sobre, con mucha leche; pero algunos testigos presenciales, a los que los acompañantes conminaron a ser discretos, aseguran que pidió un carajillo, con doble carga. Después estuvo un rato ojeando el Diario, pagó, sin dejar propina, y se marchó con paso marcial.
No sé de quién es el montaje, pero me parece genial.
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