Da vergüenza pensar que, hasta hace dos días el busto del "peruano del milenio", el almirante Miguel Grau, que está en la Alameda, haya estado prácticamente un año sin placa, sin dudas, debido a la desidia -quien sabe también si incultura- del responsable municipal.
Seguramente el lunes -les aseguro que el domingo Grau seguía sin placa- , cuando llegó el buque, las propias autoridades peruanas comunicaron que ellos mismos repondrían la placa que faltaba y añadirían otra, para dejar constancia de la primera visita del buque a Cádiz.
No sé si el concejal que representó al Ayuntamiento gaditano se disculpó con los marinos peruanos, pero, si no lo hizo aún está a tiempo, pues el texto de la primera placa colocada ayer, es una copia exacta de la desaparecida, de la que el ayuntamiento debió reponer hace casi un año.
Vergüenza ajena da que haya tenido que venir una delegación peruana a reponer la placa del almirante Miguel Grau.
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