A nadie puede sorprenderle que las visitas a la factoría de salazones de Cádiz hayan bajado casi un 50%. Nunca se sabe
a qué hora abre el yacimiento, y la mala gestión de la Junta de Andalucía se denota con el sitio para el funcionario, o la funcionaria, que abre las puertas: una silla en un rellano de la escalera.
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