En La Curiosidad de Mauro Barreiro, dónde si no.
Comenzamos con un soberbio "Tartar de bonito marinado al estilo peruano, con mostaza de hierbas", que me recordó sabores de Ecuador y México (no he estado en Perú).
Seguimos con la sorpresa de la noche, por presentación, textura y sabor, un exquisito, casi inmejorable, "Tiradito de presa al estilo Nikkei-marroquí". No sé describirlo, hay que probarlo.
En tercer lugar unos potentes "Raviolis de cola de toro, con infusión de fabes y chorizo ahumado", muy bueno el contraste de sabores, aunque el rabo de toro quedó un poco seco.
Después, otra exquisitez sorprendente, "Punitillitas sobre arroz cremoso de anguilas y ali-oli de cítricos". Desde la presentación, hasta el riquísimo arroz, todo excelente, me dieron ganas de repetir.
Pero no lo hicimos porque quedaba para el final el "Lomo de ternera con ajopapa sanluqueño". La carne en su punto, perfecta también de sal, y el ajopapa, riquísimo, y ponerlo con la carne es todo un acierto de Mauro, al que le comenté que hacía muchos años, décadas, que probé, y me encantó, un ajopapa en Sanlúcar.
La comida la acompañamos con una botella de monastrell de Juan Gil, que es un vino que nos gusta mucho, muy bien de temperatura y cuidado.
Me gustó menos -y de esto no tiene responsabilidad el restaurante- la copa del aperitivo, pues pedí un palo cortado, de estos nuevos que están saliendo y de los que sospecho no son tan naturales como debieran. Quizás el Consejo Regulador del Jerez debía tomar cartas en el asunto, para cuidar la pureza de uno de los vinos más complejos y exquisitos que existen, en mi opinión, uno de los mejores, sino el mejor, vino del mundo, y por eso hay que cuidar su pureza.
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