Foto de El Mundo
Lo de la estación de autobuses sigue siendo un disparate. Una obra terminada hace meses, casi diez, que no se puede usar por diferentes razones, de la que son responsables, al menos, tres administraciones.
En primer lugar la Junta de Andalucía, que tarda menos en construir el edificio, que en decidir cómo se gestiona, y que, al parecer, toma decisiones, sin consultar a otros implicados. En segundo lugar el ayuntamiento de Cádiz, que a pesar de que la estación es necesaria para la ciudad, recurriendo a argumentos nimios, tarda en gestionar y solucionar el abastecimiento de agua y electricidad. Y en tercer lugar ADIF, que en vez de comportarse como un órgano de gestión en favor de los ciudadanos y usuarios del transporte público, pone trabas al uso de un pasillo y un ascensor, asunto cuya gestión es fácilmente negociable para compartir gastos, que, sospecho, es el principal problema que se plantea.
No se debe olvidar que la estación de autobuses, junto a la de ferrocarril y a las comunicaciones marítimas, se planteó como un racional sistema de comunicaciones en la plaza de Sevilla. El disparate de la conservación del edificio de la Aduana, entorpeció y retrasó el asunto, convirtiendo la salida de la estación de ferrocarril y la estación de autobuses, en un punto tercermundista que daba una pésima imagen de la ciudad de Cádiz. La obligación de las tres administraciones, comenzando por la Junta, es solucionarlo, pensando en los usuarios y los ciudadanos, y no en el rédito político -en dos casos- ni en la rentabilidad económica, en el tercero.
En la foto, dentro de la estación de ferrocarril, un cartel anuncia la salida hacia Puerta de Tierra y, debajo, tapado, una indicación hacia la Estación de Autobuses. Todo un símbolo del disparate que es ahora mismo este asunto.
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