Entiendo que la gente se busque la vida, pero en un círculo de trescientos metros del final de la calle Ancha y la plaza de San Antonio hay varias fruterías de gente que paga sus impuestos para poder vender la fruta, entre ellas, dos de jóvenes que han pasado del paro a abrir sus negocios, trabajando 14 horas diarias.
Los de la furgoneta, además de vender fruta sin control, ni peso, ni las condiciones adecuadas, provocan contaminación acústica, sin que pase nada.
Simplemente magistral amigo Alberto
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