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miércoles, 30 de septiembre de 2015
No sentí nada especial
Lo confieso, quizás no sea un buen gaditano, pero ayer no sentí nada espacial cruzando el nuevo puente, ninguna de las dos veces, ni cuando lo enfilé a la salida, ni cuando me permitió regresar a Cádiz Norte diez minutos antes que cuando cruzaba la bahía por el Carranza.
Quizás por eso no me acordé de Teófila, ni de Magdalena, ni de Aznar, ni de Rodríguez Zapatero, ni de Borrel, ni de Álvarez Cascos..., solo me acordé, como casi siempre que pienso en el puente de la Constitución de 1812, de Javier Manterola, y lo recordé cuando, tras cruzar la bahía, conducía sobre un viaducto que sobrevuela astilleros y el polígono industrial del Río San Pedro.
Recordé en ese momento que, hablando del coste económico del puente, y de su longitud, Manterola me dijo que había que tener en cuenta que el puente tenía más de cuatro kilómetros de autovía elevada, los tres del puente propiamente dicho, y casi un kilómetro más de viaducto, que había que tenerlo en cuenta a la hora de calcular el coste económico de la obra.
La entrada en servicio del puente ha sufrido muchas vicisitudes: desde los parones motivados por la enorme crisis, la apropiación de la obra por la anterior alcaldesa, la ansiedad de todos por verlo en marcha antes de que fuera posible y la equivocada, equivocadísima inauguración, pueden llevar a más de uno a desentenderse de aquello que lleva años no dando más que decepciones.
ResponderEliminarPero creo que se va a convertir más que en el icono de la ciudad, que también, en el icono de toda la Bahía. Y que acercará más entre sí las poblaciones que forman esta área metropolitana. Si pudiera fijarse un centro para la Bahía, éste sería el centro del tramo entre las dos torres. A la larga, quizá haga sentir algo a todos los gaditanos.