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sábado, 12 de abril de 2014

El viaje de Fernando VII y El Redactor General

Mientras que se gestaba y se daba a conocer el Manifiesto de los Persas, en Cádiz, El Redactor General hacía un seguimiento del viaje del rey, narrando, sin atisbo de preocupación, como el monarca, desoyendo el consejo de la regencia de dirigirse directamente a Valencia, se desviaba a Zaragoza, ordenando al emisario de los regentes que le esperara en la capital del Turia, mientras justificaba su tardanza en las malas condiciones de los caminos y en la dificultad de encontrar alojamiento adecuado para su séquito.

A pesar de ello, en un rasgo de cierta ingenuidad, El Redactor General del 18 de abril de 1814 destacaba lo que consideraba "sencillez" de Fernando VII en el servicio de mesa, que en opinión del redactor de la nota, no tenía nada que ver con lo que antes gastaban los monarcas, por ejemplo, en un cacería.

Sin embargo, el servicio de mesa del rey descrito, del día 2 de abril, incluía un total quince personas fijas, aparte de los convidados del día -que podían variar- y tres lacayos fijos, todo ello sin contar con los sirvientes de mesa; y entre los alimentos, se enumeran un carnero, dos corderos, 4 gallinas, 8 pollas (sic), 12 pichones, 8 perdices, 8 becadas, pescado "todo el que se pueda", jamones (sic), tocino, manteca, aceite, vinagre, sal, huevos, leche, azúcar, harina, verduras, pan, "vinos generosos de todas especies", "vino usual", licores, café y frutas del país.


Dos días más tarde, el 20 de abril, El Redactor General recogía una noticia fechada en Madrid el 12 de abril, en la que se decía que en Madrid, en Toledo, en Burgos, en Sigüenza, en Salamanca..., enemigos de las nuevas instituciones intentaban turbar el orden público alegando peligros para la religión y la patria y proclamando a la soberanía de Fernando VII, aunque, en esos momentos, lo consideraron "fuegos fatuos".

Todo cambiaría días después.    

2 comentarios:

  1. A mí "la sencillez" de Fernando VII y su séquito a la mesa, me parecen de lo más coherente, atendiendo a que sus predecesores borbones eran unos grandes estadistas, atendiendo especialmente al estado de la corte y al estado de las piezas de caza que cada día caían, muchas veces desde sus propias manos mientras desatendían las labores de gobierno. Y que probablemente, aunque España nunca ha estado para eso, situaban a los fastos de la corte como una de las prioridades de la monarquía.
    Por otra parte, ese adjetivo (la sencillez) me recuerda al tratamiento que siempre se ha dado a la familia real actual en la revista Hola, y -durante décadas- en casi toda la prensa. A los miembros de la familia real, y hasta hace muy poco tiempo, se les dado un trato lisonjero de "personas normales", que desde la burla al resto de los españoles, muchas veces ha oscilado entre el sonrojo y el ridículo.

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  2. Es ridículo leer: como un ciudadano más, la princesa ha ido a recoger a sus hijas al colegio. Y sobre todo, que sea noticia.

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