Vivimos momentos de crisis,
pero no se trata de una crisis que se reduzca al ámbito económico, también se
perciben elementos de crisis ideológica, social, incluso existencial. Una
crisis que, provocando desconcierto e inseguridad entre los ciudadanos, les
aleja de las instituciones democráticas, de las que desconfían cada vez más,
mientras se reiteran noticias sobre corruptelas y malas prácticas políticas entre
los dirigentes elegidos democráticamente.
En este contexto, hay que
reflexionar y fomentar el debate sobre lo que está ocurriendo, sobre el
alejamiento de la ciudadanía de las instituciones democráticas y la
desconfianza en el futuro próximo de las nuevas generaciones, que padecen más
que nadie, la situación socioeconómica actual. Nunca, como ahora, se percibe un
deterioro social del futuro, nunca, como ahora, las expectativas de unos
jóvenes, mejor preparados que nunca, han sido más negras. Por primera vez la siguiente
generación tiene peores perspectivas de futuro que sus padres.
Si realmente queremos
contribuir -cada cual desde su ámbito personal, institucional, o en el
ejercicio del conocimiento y su propuesta ideológica- a recuperar la idea
inicial de sus fundadores de una Europa en paz, de una Europa social,
solidaria, igualitaria y próspera económica y culturalmente, tendremos que ser
muy conscientes todos, ciudadanos e instituciones nacionales y comunitarias, de
que no podemos obviar la realidad de la crisis en la construcción de la Europa
que deseamos, una Europa que debe reconfigurar su espacio en un mundo
globalizado a marchas forzadas por la aparición de nuevas tecnologías, que
cuestionan viejos conceptos y plantean nuevos problemas en las relaciones socio-económicas
y geopolíticas, frente al anterior sistema polarizado por las economías más
poderosas del planeta. No podemos confiar en que el actual camino de la UE sea
el más adecuado, ni podemos remediarlo con un “auto de fe” en ella y en sus actuales
instituciones y organismos, hoy por hoy esclerotizados, sin rumbo propio.
Buen ejemplo de ello son las
“recetas” económicas de la UE, el actual “anillo de los Nibelungos” de los
mercados, su desmedida avaricia y usura, cuyos beneficios son continuamente
expatriados, su política de deslocalizaciones productivas e impuestos
expoliados al erario público. Frente a ello, quizás deberíamos contemplar un fortalecimiento
de Europa, y sus naciones, mediante una reflexión sobre su nacimiento y
creación, lanzar una mirada lúcida a los orígenes desde el Mediterráneo, donde surgió
la idea en su momento, como una búsqueda abierta, diferente al atomizado
concepto de la existencia de la Europa Central y nórdica. Buscando la
cooperación de los pueblos en torno a
este mar que aún tiene ilusión por un futuro diferente.
En el campo político y
económico, es evidente el descrédito de los dirigentes y de la gestión de las
instituciones europeas, pero también de las nacionales y autonómicas, de las
que se cuestiona su dudosa transparencia y calidad democrática, lo que favorece
el desencanto de la sociedad española con nuestros erráticos sistemas
productivo, financiero, representativo y social, evidenciado éste por el retroceso
de los derechos sociales e individuales con medidas políticas que se
justifican, arteramente, por la crisis.
Si ayer fue la lucha por las
libertades en España, tras la desaparición del régimen dictatorial, para consolidar
la democracia y sus instituciones parlamentarias y jurídicas, mediante una Constitución,
hoy esa misma Carta Magna es cuestionada desde diversos sectores, que reclaman
su reforma y actualización, mientras que también se pone en tela de juicio a la
propia organización territorial del Estado.
Por todo ello, los nuevos
movimientos sociales, surgidos a raíz de los últimos acontecimientos económicos
que amenazan la supervivencia del sistema social desarrollado desde la
Transición, y que provocan la frustración de perspectivas profesionales,
laborales e incluso existenciales, tanto a nivel individual como colectivo,
ponen en cuestión a dirigentes políticos y a la propia estructura social, económica
y política de nuestro País. Es decir, si ayer la exigencia fue un Pacto por la
Libertades, la de hoy es un Pacto Social, que defina un modelo básico,
alejándonos del monopolio partidista para, según su conveniencia, hacer leyes
que afecten a la estabilidad de esencias básicas de una Nación: sanidad,
educación, pensiones, derechos laborales y protección social de la población.
Se trata de una vuelta a los
orígenes, a Rousseau y Montesquieu: el poder y el sistema democrático al
servicio del pueblo, de las leyes y de las instituciones .En palabras de
Hobbes, el mundo se ha transformado en burdo y peligroso, y si no se toman
medidas, la existencia puede volverse realmente “desagradable, brutal y breve”.
Susan George en El informe Lugano,
afirma: “A veces pongo de relieve la crueldad de la derecha, a veces critico lo
que considero la ceguera o los dogmas de la izquierda”. Son comentarios que
suscitan, deben suscitar, la necesidad de adecuarnos a los tiempos, pero sin
retroceso alguno sobre los derechos conquistados, sin renuncias ideológicas,
sin dejar de ser pueblos libres que deciden su destino nacional, unidos a otros
pueblos y naciones en objetivos supranacionales.
Desde Cádiz, donde se pusieron
las bases de la España contemporánea, la Fundación Alfonso Perales, con la
colaboración de la Universidad de Cádiz, convoca “Conversaciones en otoño”, una
iniciativa que surge de la necesidad de responder a la incertidumbre e
inseguridad que aqueja a la sociedad actual, con la convicción de que definir y
debatir sobre los problemas que nos aquejan como individuos y como sociedad,
pueden arrojar luz a su solución.
No pretendemos abarcar, en esta
primera convocatoria, todos los temas que nos inquietan, y que sería necesario
debatir. En esta ocasión planteamos tres cuestiones que se antojan
imprescindibles en los tiempos actuales: la igualdad, el Mediterráneo y la
ética económica.
La igualdad entendida como una necesidad
imprescindible de la sociedad actual. La igualdad de género, que, presentada
como un logro contemporáneo, siempre se ha cuestionado por doctrinas de amplio
peso en la sociedad actual y, en los últimos tiempos, al amparo de la crisis,
se vuelven a plantear diferencias de rol social y económico entre mujeres y
hombres. En este contexto hay que ampliar la idea de igualdad a los derechos
sociales e individuales, y pensar si no es necesario renovar el viejo contrato
social.
El Mediterráneo, donde surgieron las bases culturales de
Europa, se visualiza ahora desde una doble perspectiva de convivencia y
conflicto. Por eso proponemos una mirada, no nostálgica, al retorno de la
civilización común, desde la Europa de hoy, una reflexión sobre el papel de los
países mediterráneos en su conjunto, no solo los europeos que ven cuestionado
su papel en la Europa actual, mientras se les exige un determinado papel, en
tanto que frontera con otros países y otras civilizaciones.
En medio de la crisis que padecemos y que están pagando, más que nadie, los trabajadores, surgen noticias sobre corruptelas, enriquecimientos ilícitos, pensiones desorbitadas, contratos blindados…, mientras que la generación mejor preparada de todos los tiempos sufre en auténtico exilio económico. Se hace necesario reflexionar sobre la ética empresarial y el beneficio justo, sobre la importancia del emprendimiento y el compromiso social del empresario, sobre la formación de la juventud, o el actual exilio económico de ciudadanos y ciudadanas españoles a diversos lugares de Europa y América, como alternativa necesaria para su supervivencia…
Alberto Ramos Santana y Juan José Gelos Tudela
Más información, Fundación Alfonso Perales.
No leía algo tan cuerdo, acertado, actual y coherente, desde algún tiempo antes al fallecimiento del Gran José Luis Sampedro.
ResponderEliminarEnhorabuena y que los dioses se hagan eco de estas inquietudes.
Gracias, Mariano, seguiremos en el intento, aunque sea en el desierto.
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