Las Cortes se cerraron el 20 de septiembre de 1813, no el 14.

Como anticipaba en una entrada anterior, aunque los diputados de las Cortes Generales y Extraordinarias habían acordado cerrar las sesiones el 14 de septiembre de 1813, imprevistos obligaron a prolongarlas hasta el 20 de septiembre, que fue cuando, definitivamente, se cerraron las que, en sentido estricto, se conocen como Cortes de Cádiz.

Tras el emotivo cierre del 14 de septiembre, en el que destacó el discurso del presidente Gordoa y Barrios, la noticia de un brote epidémico de fiebre amarilla, reproducido en Gibraltar, que amenazaba con llegar de nuevo a Cádiz, obligó a la Diputación Permanente de las Cortes, reunida en sesión pública el 16 de septiembre, a plantear si la Regencia y, sobre todo, las próximas Cortes Ordinarias deberían salir de Cádiz y trasladarse a otra población. En vista de la importancia del asunto, se decidió convocar a los diputados de las Cortes recién clausuradas a una sesión extraordinaria que se reunió en la noche del mismo día 16 de septiembre, acordando permanecer en sesión permanente hasta que se resolviera la cuestión.

La importancia de lo que ocurría, es decir, las consecuencias de los rumores que corrían sobre la epidemia, la expuso con claridad Espiga, cuando dijo que había diputados que debían icorporarse a las Cortes Ordinarias que se detenían antes de llegar a Cádiz por miedo a un posible contagio, lo que podía provocar, en opinión de algún diputado, un cisma en las Cortes. Efectivamente, como señaló Gordoa en un momento del debate, de lo que se estaba discutiendo era de la "conservación de las Cortes".

El debate continuó en los días siguientes, de manera que los diputados se volvieron a reunir el 17 de septiembre, cuando se planteó, a propuesta de una comisión formada por Pascual, Argüelles, Muñoz Torrero, Antillón y García Herreros, la posibilidad de trasladarse a El Puerto de Santa María, pero en el ardor del debate se exigió conocer la opinión de los facultativos, por lo que en el Diario de Sesiones aparece un resumen del parecer de un buen número de ellos que, de forma unánime, dijeron el 17 de septiembre, que no habían asistido a ningún enfermo contagioso, puesto que, efectivamente, la epidemia ya había pasado en Cádiz y solo quedaban algunos casos en tratamiento. A partir de ahí las sospechas de que se estaba manipulando, interesadamente, la información se dispararon. 

El 18 de septiembre siguieron las discusiones, hasta que se conoció un informe de Gibraltar en el que se decía que las enfermedades detectadas no pasaban de ser las estacionales y que no las había contagiosas, por lo que Toreno propuso se formara otra comisión que redactara un nuevo informe sobre la situación, comisión que Argüelles y otros pidieron fuera diferente a la anterior, por lo que la formaron el propio Toreno, Vázquez Canga, Dou, Sombiela y Morales Gallego. 

La nueva comisión presentó su informe el 20 de septiembre y, tras un largo y duro debate, con reproches a la actuación, fundamentalmente, de algunos personajes cercanos a la Regencia y la Gobernación del Reino, los diputados acordaron que el Gobierno y las Cortes permanecieran en Cádiz y las nuevas Cortes Ordinarias investigaran lo que había pasado. 

De esta forma, a las 21 horas del 20 de septiembre de 1813, las Cortes Extrordinarias dieron por concluidas, definitivamente, su trabajo.       

Cuando días después, en el Oratorio de San Felipe Neri, se volvieron a reunir unos diputados, se trataba ya de las Cortes Ordinarias, que poco después, el 14 de octubre, pasaron a la iglesia del Carmen en la Isla de León, donde permanecieron hasta el 29 de noviembre de 1813, cuando se decidió el traslado a Madrid, donde renaudaron sus sesiones en 1814.