Hace tiempo, cuando mis hijos iban cumpliendo cinco o seis años, les iba explicando detalles y anécdotas de la historia de España y la de Cádiz, les contaba, por ejemplo, el por qué de los cañones en las esquinas, o la razón de algunos nombres de las calles, y visité, con Silvia, Elena, Marieta y Alberto, en distintos momentos, los museos y monumentos de Cádiz.
Repetir hoy la visita con mi nieto Abel -cuatro años-, los dos solos, al Oratorio de San Felipe y al Museo de las Cortes, explicarle algunas cosas y responder a sus múltiples preguntas, ha sido fantástico.
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