Seguramente lo recordarán. A mediados del pasado mes de enero supimos
que el Gobierno estaba preocupado por la imagen que tienen los españoles
de los políticos, tan preocupado que, según se publicó en la prensa, la
vicepresidenta Sáenz de Santamaría ha encargado a Benigno Pendás,
director del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, que el
CEPC diseñe un plan, una estrategia, para mejorar la imagen de los
políticos, para reconciliar a los ciudadanos con la clase y las
instituciones políticas. La decisión se había tomado tras conocer que,
entre los asuntos que más preocupan a los españoles, destacan,
últimamente, la corrupción, el fraude y los políticos. Y tras conocer,
también, que nunca, como hasta ahora, un presidente del Gobierno ha
estado peor valorado desde que se inició la Transición, pues según las
encuestas del CIS conocidas por las mismas fechas, Mariano Rajoy había
obtenido un 2,78 de valoración ciudadana, mientras que la peor
calificación de Rodríguez Zapatero, un mes antes de perder las
elecciones, fue un 3,07, estando los dos bastante por debajo de las
peores valoraciones obtenidas por Aznar, González o Suárez.
Creo que el encargo de la vicepresidenta es muy difícil de
realizar. La imagen de los políticos, y más en concreto la del
presidente Rajoy, no va a cambiar con las medidas que han apuntado desde
el CEPC -que se resumen, básicamente, con tratar de fomentar la
participación social dando voz a asociaciones y colectivos en asuntos
que les afecten-, puesto que para que mejore la opinión sobre los
políticos, lo que debería cambiar son sus discursos, esos mensajes que
dan la impresión de que nos toman por tontos. Buena muestra de ello la
han dado recientemente Fátima Báñez al calificar el exilio económico de
los jóvenes de "movilidad exterior", Martínez Pujalte al culpar del
último aumento del paro a Rodríguez Zapatero, a lo que Ruiz Sillero ha
añadido, en el caso de Andalucía, a los treinta años de gobierno
socialista, olvidando los tres que Rajoy dijo en 2010 que cuando él
gobernara se acabaría el paro, que González Pons sentenció que el paro
sube con el PSOE y baja con el PP, que Ana Mato afirmó que su partido es
el del empleo, que Montoro anunció un programa reformista para crear
empleo, o que Cospedal, con su desparpajo habitual, y mientras se
olvidaba de declarar unos miles de eurillos a Hacienda, decía que
crearían empleo para garantizar los servicios sociales. Pinocho, al lado
de estos, un querubín.
Publicado en Diario de Cádiz, 27 de abril de 2013
Absolutamente cierto, pero hay algo peor ¿A quien ponemos?
ResponderEliminarNi en la derecha , ni la izquierda, ni mucho menos en otros partidos más hacia los extremos, se ve siquiera un pequeño brote verde de politico capaz, honrado y disppuesto a dar el paso.
¡¡¡Pobre España !!!
Eso de "Pinocho, político", que es el título de esta columna del diario y entrada del blog, coincide con las iniciales del partido del gobierno. ¿O no es coincidencia?
ResponderEliminarFíjate, Jesús, no ha sido con mala intención...
ResponderEliminarAcabo de ver la proyección de voto para la Comunidad de Madrid y, salvando las distancias que haya que salvar, el PP cae sin que el PSOE salga del agujero; IU casi iguala al PSOE y, para mí lo peor con diferencia, emerge UPyD (también llamado "Tena Lady" por su logo) como árbitro y posible jefe del cotarro.
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