“Las Cortes de
Cádiz tenían un mal de raíz. Las antiguas Cortes españolas estaban formadas
por los señores principales, los sacerdotes más eminentes y los representantes
de los pueblos y Ayuntamientos: de este modo se reunía la gente más sensata e
importante de la nación y se compensaban las opiniones y consejos de todos. Las
Cortes de Cádiz (…) fueron un conjunto variado y caprichoso de personajes y personajillos,
que no representaban ni con mucho a la verdadera España...”
Tras leer el
párrafo anterior, del que es autor José María Pemán, se podría concluir aquello
de “nadie es profeta en su tierra”. Pero creo que podemos ir más allá e
interpretar la cita como una muestra del gafe que tiene la Constitución de
1812, tan mal fario, que más que del DOCE parece del TRECE. No se trata sólo de
su corta y accidentada vida –apenas seis años de vigencia, en tres períodos
diferentes. También por sus fallidas e incompletas conmemoraciones.
Con el precedente del regusto amargo que dejó entre los gaditanos la
celebración del primer centenario -del que fue paradigma un presupuesto
aprobado ¡en marzo de 1912!, y los proyectos inconclusos de nuevos hoteles,
enlace ferroviario directo con Madrid, mejora portuaria…, incluso el gran
monumento en la plaza de España quedó a la mitad y lo único que se terminó fue
una restauración del Oratorio-, en el año 2006 se creó la Comisión Nacional del
Bicentenario, que fracasó desde sus inicios: si surgió para unificar los
proyectos de distintas administraciones que llevaban cierto tiempo preparando
actividades, la atomización continuó sustentada por enfrentamientos
partidistas. Con esos mimbres, a los que en los últimos tiempos se unió la
crisis, la conclusión ha sido que, tras
años de promesas e ilusiones, la conmemoración del Bicentenario no ha cubierto
las expectativas creadas. El exiguo presupuesto dedicado, el fracaso de las
grandes infraestructuras –el tren de alta velocidad, el segundo puente, las
obras del fuerte de San Sebastián-, la suspensión de actividades programadas o
minorizadas, dejan claro que el triste
sino de la Constitución de 1812 se ha vuelto a imponer en el Bicentenario.
Aunque da la impresión de que poco importa, pues parece que lo que se ha
buscado es el rédito político de algunas actividades que poco tienen que ver
con una conmemoración constitucional, pero son efectistas. Ya lo dijo un
periodista tras una noche de música proyectada desde un camión: el Bicentenario
se recordará por la samba de Carlinhos Brown.Publicado en Diario de Cádiz, 29 de diciembre de 2012
Razones y conocimientos te sobran para hacer estas afirmaciones,por otra parte tan evidentees, aunque los politicos y algunos pelotas quieran vendernos el exito de las celebraciones.
ResponderEliminarDicho esto, hay que admitir que la terrible crisis económica es culpable en buena medida, pongamos cincuenta por ciento, de este desastre.
Feliz 2013 !! Con que mejore un poco este nefasto 2012 nos daremos por satisfechos.