El presidente del gobierno, Mariano Rajoy, ha agradecido "a la inmensa mayoría" de los españoles que no se manifiesten y que, pese a las dificultades que padecen, "saben estar a la altura de las circunstancias". Rajoy, con estas declaraciones, pide a los españoles sumisión, que no se quejen, pese a sus incumplimientos programáticos, pese a que la política del PP está castigando a los de siempre, a los de menos poder adquisitivo, a los funcionarios de salarios congelados y sin extras, a los parados, a los jóvenes sin esperanza...
Y es que a Rajoy lo que le preocupa es la imagen que pueda dar España mientras el gobierna, por eso, y no es la primera vez, pide mesura, que no haya muestras públicas de malestar, para no dañar la imagen de España. Cuando su mentor, su protector, el que le designó a dedo para sucederle, cuando Aznar se dedicaba, en conferencias bien remuneradas, a criticar al gobierno de España, a cuestionar la solvencia de España, a alabar a dictadores, cuando Aznar desprestigiaba a España en sus conferencias, Rajoy callaba, no consideraba que se estaba dañando la imagen de España. Ahora, cuando se denuncian políticas que perjudican a los trabajadores, a los pensionistas, a los jóvenes, Rajoy en sus declaraciones en Estados Unidos no trata de entender qué está pasando, no plantea medidas para paliar el malestar, felicita a los que no se quejan y pide más sacrificiso y sumisión.
Al igual que hizo al poco de llegar al gobierno, convocando desde su puesto una huelga general, ahora nos convoca a salir a la calle a todos los que no estamos de acuerdo con su gestión sobrevenida, mendaz, endeble y sin retorno. Así que la próxima vez que haya una convocatoria, muchos de los que hasta ahora no hemos salido a la calle, lo haremos, para no tener el disgusto de recibir un nuevo agradecimiento por ser ciudadanos conformistas.
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