Aunque la esclavitud era
legal en todos los países a principios del siglo XIX, también es cierto que por
esos mismos años se discutía sobre su existencia y, con mayor énfasis, sobre la
trata de esclavos.
En las Cortes de Cádiz se
planteó un importante debate sobre la abolición de la trata y la
esclavitud, discusión que se originó tras la presentación por Guridi Alcocer,
el 26 de marzo de 1811, de «algunas proposiciones relativas al bienestar
de la América», que pasaron a estudio de la
comisión de Constitución, discutiéndose la propuesta el día 2 de abril. Al
igual que Guridi Alcocer, Argüelles
pidió la supresión inmediata de la trata, pero la propuesta de Guridi Alcocer
planteaba, además de la abolición inmediata de la trata y un plan gradual
de abolición de la esclavitud, la regulación de que los hijos de esclavos
serían libres desde su nacimiento y suavizar la situación de los esclavos
abonándoles un salario con el que a la larga pudieran comprar su libertad. El
problema no se resolvió, pues no se debe olvidar que la abolición o
mantenimiento de la esclavitud tenía matices políticos y económicos, pues de
hecho su desaparición no interesaba a muchos propietarios americanos que
consideraban la abolición un ataque al derecho a la propiedad, tal y como
expresó en su momento el cubano Arango y Parreño que afirmaba que la
trata de esclavos era un elemento más de la libertad de comercio, aunque
también debemos recordar que al final de su vida defendió la abolición de la
esclavitud.
La realidad es que no sólo había
esclavos en América, también en Cádiz vivían muchos individuos privados de
libertad, como se puede constatar a través de anuncios en la prensa de la época,
anuncios que muestran con crudeza la realidad de la esclavitud en la ciudad,
pese a que algunos aparenten cierto tono mesurado, casi humano, como el aviso
que anuncia, simplemente, que «quien quiera vender una negra acuda a la
plazuela de los Pozos de la
Nieve (sic), nº 165, último cuerpo», el que anuncia la venta
de «una negrita de edad de doce años. Darán razón en la imprenta de este
periódico, último piso», o el que dice: «Se vende un negro de 16
años, sabe el servicio de la casa y es dispuesto para todo lo que se le quiera
enseñar, es fiel y humilde, y solo se vende por necesidad; quien lo quisiese
comprar se verá con su ama Dª María de la Paz Varcárcel, calle del Marzal
nº 108. Su precio, lo mismo que costó, 210 duros»; otros tienen un tono más
frío y el esclavo aparece como una mera mercancía al anunciarse que se vende «negra
de 27 años sin defecto»; y en algunos casos la crudeza del anuncio, y de la
situación humana de quien se veía convertida en mercancía, llaman la atención:
«Se vende una negra casada con negro libre de edad de veinte años; darán razón
en la Parroquia
de San Lorenzo el Señor Cura Don José Ignacio Gómez».
Los avisos publicados
en la prensa también servían para labores más contundentes, de manera que
podemos encontrar reclamaciones sobre esclavos que buscaban la libertad por la
fuerza; es el caso de uno publicado en junio de 1810 donde se avisa de que «una
negra de unos 22 años» se había fugado de la casa sita en Horno Quemado nº 103,
describiéndola con detalle «carirredonda, de regular estatura; iba con saya de
franela, monillo de cúbica y mantilla de bayeta de dicho color guarnecida con
cinta de terciopelo, pañuelo pajizo, aretes de plata sobredorada», ofreciendo
una gratificación a quien diera información sobre su paradero. Igual ocurre en
febrero de 1812 con un aviso que dice: «El sugeto que supiese el paradero de un
muchacho negro, de edad de trece años, que se escapó de casa de su amo el dia 3
de este mes, servirá avisar de su paradero en la calle del Puerto, núm. 81, que
se le agradecerá».
Interesante y reveladora entrada sobre aspectos desconocidos pero relevantes de la vida del Cádiz del xIx. Se agradecen artículos como éste.
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