La última visita a México me ha permitido probar un plato nuevo: cocodrilo.
Ha sido en el retaurante Real de San Pedro, en la calle Independencia de la bella población de Tlaquepaque.
Tlaquepaque es un municipio independiente que forma parte de la zona metropolitana de Guadalajara. Extenso y poblado, su centro histórico, que gira entre El Parian -antiguo mercado abierto en 1878, hoy convertido en centro de restauración con 18 cocinas de diferentes empresas- y la calle de la Independencia, calle de nobles edificios, centro de venta de artesanía de gran belleza y calidad, y dónde abren varios restaurantes entre los que destaca Real de San Pedro, abierto en un palacete que gira en torno a un hermoso patio, en donde comimos Flores de Jamaica frita con salsa de quesos, Lajas Orozco (un excelente carpaccio de res), Codornices en salsa y Cocodrilo.
Me sorprendió el cocodrilo. Quizás por la imagen fiera del animal pensé en una carne roja, parecida a la de tortuga que comí hace tiempo en Cuba, y me encontré con una carne casi blanca con sabor a pescado, que me recordó a la de la corvina o al rape, aunque con un sabor más intenso. Preparada con una salsa cremosa de cítricos, acompañada de arroz y verduras, me gustó bastante.
A este paso, querido Alberto, solo nos quedará subir en globo.
ResponderEliminarMucho arroz para tan poco cocodrilo!!
ResponderEliminarPretoriano, hice la foto cuando ya me había comido más de medio cocodrilo.
ResponderEliminarYa lo intuía pero me encanta el refranero español y sus posibles variantes.
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