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sábado, 16 de julio de 2011

Deterioro del mobiliario urbano


            Por mucho que lo repitamos, por mucho que lo denuncien partidos políticos, asociaciones de vecinos o particulares y por mucho que el gobierno municipal recuerde periódicamente cuánto dinero hay que gastar para reponer el vandalismo y la dejación de los gaditanos, el problema se ha vuelto endémico y parece que no tiene solución. Pero eso no debe convertir el deterioro del patrimonio local y los destrozos del mobiliario urbano en una cuestión de absurda disputa política. Cuando un colectivo o un particular, denuncia desperfectos en la balaustrada de la Alameda, desgraciadamente, casi siempre tiene razón. Y si puede ser cierto que los operarios municipales habían reparado un trozo recientemente, también es cierto que hay muchos otros trozos rotos o muy deteriorados.
            Los ejemplos son muchos. Hace sólo un par de días algún vándalo había arrancado los reposabrazos de un banco de la plaza de Mina, y se habrá sentido satisfecho de su demostración de fuerza, y de estulticia. (Aunque lo de los bancos de dicha plaza es para una serie. Se ha puesto de moda sentarse en el respaldar y no en el banco, ensuciando el asiento e inutilizándolo para otros usuarios). El monumento a Miranda es una muestra de abandono y desidia, convertido su entorno en un vertedero, en el que algún alma caritativa da de comer a los gatos que merodean por la plaza. Las pintadas por las fachadas son constantes, alguna, con una declaración de amor sobre la piedra ostionera de la actual facultad de Ciencias del Trabajo, es también un monumento a la estupidez. La lista es interminable.     
            La culpa no la tiene nadie en concreto y es de todos. Pese a presumir de cultura y saber estar, lo que estamos demostrando en Cádiz es todo lo contrario. Los gaditanos, que nos pasamos las horas cantando nuestras glorias pasadas, recitando que es la ciudad más hermosa del mundo, quejándonos de que no nos dan el tratamiento que nos merecemos, pese a ser la ciudad más antigua de occidente y la más simpática, suspendemos en cultura. El vandalismo contra el mobiliario urbano, contra edificios, monumentos, fachadas, estatuas, fuentes, lápidas y un largo etcétera, es una enfermedad gaditana que demuestra la poca cultura de los que lo ejecutan y de los gaditanos en general.
            La experiencia indica que es muy complicado terminar con ello, es complicado para los colectivos, los particulares y para el ayuntamiento, pero, por eso mismo, las denuncias sobre el deterioro y la desaparición de patrimonio y mobiliario urbano no deben convertirse en disputa política, pues hay que interpretar que todos tenemos el mismo objetivo, cuidar de Cádiz y de su imagen. Cádiz, que el próximo año celebrará el Bicentenario de la Constitución de 1812 y será Capital Iberoamericana de la Cultura, debe terminar con esta lacra y hacerlo no es sólo obligación las autoridades, es tarea de todos.
Publicado en Diario de Cádiz, 23 de julio de 2011

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