Cuando se celebró el primer Centenario de la Constitución de 1812 se puso interés en resaltar las vinculaciones entre la Constitución gaditana y las naciones americanas que tenían lazos históricos con España. Surgieron entonces trabajos de investigación y difusión sobre los diputados americanos en las Cortes, su relevante papel en los debates, su implicación en la organización del legislativo, quiénes fueron presidentes, secretarios, etc., en un proceso que culminó con la instalación de lápidas en la fachada del Oratorio con las que muchas naciones americanas reivindicaron el papel de sus representantes en las Cortes.
Desde que se iniciaron los preparativos para el celebrar el Bicentenario, este tipo de acciones se recuperaron, algunas con mayor capacidad de arraigo que otras, pero, en mi opinión, todas válidas. Desde la expedición organizada por Herederos 1812 recorriendo los territorios hispanos siguiendo la estela de los diputados americanos, hasta los múltiples viajes realizados a Iberoamérica por autoridades y representantes institucionales, o la destacable inciativa de la UCA de solicitar a la UNESCO que incluya entre sus conmemoraciones, y conjuntamente con la de las Independencias americanas, el Bicentenario de la Constitución de 1812. Esta es la línea que se ha seguido con el libro La Constitución de Cádiz y su huella en América, editado por la UCA con el patrocinio del Banco de Santander, que, por inciativa del Colegio de México, se presentó hace unos días en su sede de México D.F., y que se presentará en Cádiz el próximo martes 14 de junio.
La obra, y esta es una de sus características principales, presenta un capítulo dedicado a revisar la influencia de la Constitución de Cádiz en todas y cada una de las naciones iberoamericanas, pues como es conocido el proceso emancipador de los antiguos territorios españoles en América se vio favorecido por la coyuntura bélica y política que vivió España entre 1808 y 1814 y, de forma paralela, a reunión de las Cortes y la proclamación de la Constitución de 1812. Si estas circunstancias inclinaron temporalmente hacia cierta moderación en algunos movimientos independentistas, el retorno de Fernando VII y del absolutismo en 1814 provocaron la reanudación de las confrontaciones y la guerra abierta. Sin embargo, las luchas por la emancipación no impidieron que el modelo político que se estaba elaborando en Cádiz fuera referente ideológico y político de las nuevas naciones americanas. La propia actividad de los diputados americanos en las Cortes les sirvió para posteriormente elaborar sus propios códigos liberalizadores, hasta el punto de que la Constitución de 1812 se convirtió en recurso de interinidad en muchos lugares, mientras se redactaba la propia constitución, ya que la idea de nación y las referencias a la tradición del constitucionalismo que «Cádiz» defiende, tuvieron sus paralelos en textos constitucionalistas americanos.Publicado en Diario de Cádiz 11 de junio de 2011
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